sábado, 8 de noviembre de 2008

Introducción



Prologo para los no Psicoanalistas


Desde fines del Siglo XIX, Freud venía sosteniendo la existencia de un mundo que se escapaba totalmente a la consciencia del ser humano. Ubiquémonos en la última década del XIX, en la que los científicos estaban impactados todavía por la teoría evolucionista de Darwin, por los descubrimientos sobre la luz de Michelson y Morley, el materialismo histórico de Carlos Marx, etc.
El racionalismo positivista apuntaba a un universo que funcionaba como un gran engranaje donde todo efecto debía tener una causa desentrañable por la mente humana. Imaginemos ahora lo que para esta sociedad era que alguien propusiera que más de la mitad de la vida del hombre pasaba sin poder ser apreciada por su consciencia. No nos referimos a acontecimientos que no podían ser retenidos en la memoria, sino a procesos mentales (anímicos) que simplemente no son percibidos por el hombre y que determinan su conducta más allá de su voluntad.


¿Por qué admiro el orden? ¿Por qué me enamoré de tal persona? ¿Por qué necesito pintar o hacer ciencia o hacer música? Son preguntas cuyas respuestas verdaderas no estarían al alcance de nuestra consciencia. Freud se percató, como en una ecuación donde falta un término para lograr la igualdad, que entre lo que el hombre desea conscientemente y lo que realmente hace existe una diferencia, por lo que asumió la existencia de procesos que escapen a la consciencia y que explicaban esa aparente desbalance en la ecuación. A tales procesos les llamó inconscientes (por favor, nunca confundir inconsciente con sub-consciente) por estar totalmente ajenos a la consciencia. No hablamos de procesos olvidados y recordables. Hablamos de emociones, recuerdos y demandas que nuestro cuerpo hace a nuestra mente y que no alcanzan el estatus de consciencia, pero que a pesar de ello influyen en nuestra vida y en nuestras decisiones sin que nos demos cuenta.


Es así como en 1915 Freud publica su artículo sobre “Lo Inconsciente”, artículo aparecido en dos entregas en la revista Internationale Zejtschríft, que junto con otros dos artículos del mismo año titulados “la represión” y ”las pulsiones y sus destinos” dan inicio a sus escritos metapsicológicos y proponen un primer modelo para entender el funcionamiento del psiquismo humano, lo que hoy conocemos como primera tópica. El término Metapsicología no viene de esta época, pues ya había sido utilizado antes de 1900 en una de sus cartas a W. Fliess y luego, en 1901, en su trabajo Psicopatología de la Vida Cotidiana, pensando más en una psicología que tuviera en cuenta la parte inconsciente del ser humano. En su artículo sobre Lo Inconsciente intenta aclarar justamente la naturaleza de este mundo, su relación con las pulsiones.

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